Durante décadas, la hidracina ha sido un pilar en el tratamiento industrial del agua, especialmente como eliminadora de oxígeno en sistemas de calderas. Su capacidad para neutralizar el oxígeno disuelto y pasivar superficies metálicas está comprobada. Sin embargo, las alertas sobre su toxicidad y potencial cancerígeno impulsaron la búsqueda de alternativas más seguras. La N,N-dietilhidroxilamina (DEHA) se ha posicionado como el sustituto líder: ofrece rendimiento comparable o superior y un perfil de seguridad notablemente mejor, por lo que ha ganado la confianza de instalaciones industriales modernas.

La principal ventaja del DEHA es una toxicidad significativamente menor. La hidracina está catalogada como sustancia peligrosa y supone riesgos para la salud y el medio ambiente; su manejo exige protocolos estrictos y equipos especiales. En cambio, el DEHA presenta toxicidad aguda muy baja y se considera seguro en almacenamiento y uso. Esta reducción de riesgos se traduce en menores medidas de protección personal, menor inversión en seguridad operativa y un cumplimiento más ágil de las normativas medioambientales y laborales.

A nivel de prestaciones, el DEHA destaca como eliminador de oxígeno y como inhibidor de la corrosión. Al igual que la hidracina, retira el oxígeno disuelto en el agua de alimentación de calderas, evitando picaduras y daños. Lo que le diferencia es su mayor volatilidad: viaja con el vapor y llega uniformemente a todo el sistema, protegiendo incluso líneas extremas de condensado. La menor volatilidad de la hidracina puede dejar zonas sin cobertura corrosiva, sobre todo en recorridos largos o complejos.

Además, el DEHA forma una capa protectora de magnetita sobre los metales, imitando la acción pasivadora de la hidracina. Esta película actúa como barrera contra elementos agresivos del agua. Durante su degradación, el DEHA libera aminas neutralizantes que estabilizan el pH del condensado, reduciendo todavía más el riesgo corrosivo. Se trata así de un mecanismo de protección integral.

El cambio de hidracina a DEHA responde no solo a cuestiones de seguridad y rendimiento, sino también a la evolución regulatoria. Las leyes ambientales y sanitarias se endurecen en todo el mundo, y las sustancias de menor peligrosidad, como el DEHA, ganan protagonismo. Las industrias priorizan la eliminación gradual de la hidracina para crear ambientes de trabajo más seguros y reducir su huella ambiental.

En resumen, aunque la hidracina cuenta con una dilatada trayectoria, la N,N-dietilhidroxilamina (DEHA) representa un avance decisivo. Su perfil toxicológico más favorable, su volatilidad óptima para proteger todo el sistema y su eficacia como inhibidor de corrosión lo convierten en la alternativa responsable y superior para preservar la integridad y eficiencia de las calderas industriales. Incorporar DEHA es una apuesta estratégica por mayor seguridad y excelencia operativa.