La Ivermectina, un nombre sinónimo de tratamiento antiparasitario innovador, tiene una historia fascinante arraigada en el descubrimiento científico. Originada en la humilde bacteria del suelo *Streptomyces avermectinius*, su desarrollo por Satoshi Ōmura y William Campbell les valió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina. Este reconocimiento es un testimonio de los profundos y generalizados beneficios del fármaco.

En esencia, la ivermectina opera atacando los sistemas nervioso y muscular de los parásitos. Lo logra uniéndose a los canales de cloruro activados por glutamato, que son cruciales para la transmisión de señales nerviosas en invertebrados. Esta interacción conduce a una afluencia de iones de cloruro, causando hiperpolarización de la membrana celular, lo que finalmente resulta en la parálisis y muerte del organismo objetivo. La seguridad de la ivermectina en mamíferos se debe a que estos canales específicos se encuentran principalmente dentro del sistema nervioso central, y la ivermectina generalmente no cruza la barrera hematoencefálica en dosis terapéuticas.

El mecanismo de acción de la ivermectina es un factor clave en su eficacia de amplio espectro. No solo es eficaz contra los gusanos, sino que también muestra actividad contra ciertos ácaros e insectos. Esta versatilidad la ha hecho indispensable en diversos campos. En salud humana, sus contribuciones más significativas han sido en las campañas de tratamiento masivo para la oncocercosis (ceguera de río) y la filariasis linfática, enfermedades que afectan a millones en regiones empobrecidas. El Programa de Donación de Mectizan, que proporciona ivermectina de forma gratuita, ha reducido drásticamente la carga de estas afecciones debilitantes.

Para aquellos interesados en las aplicaciones de ivermectina en salud humana, es vital comprender su papel en los programas de salud pública. La eficacia y seguridad de la ivermectina en la dosis de ivermectina apropiada se han establecido bien durante décadas. La investigación en curso sobre las propiedades ivermectina antiviral e ivermectina anticancerígena resalta aún más su potencial como agente terapéutico multifacético, sugiriendo que su historia está lejos de terminar. El desarrollo de novedosos sistemas de administración de fármacos de ivermectina también promete mejorar sus resultados terapéuticos y expandir aún más sus aplicaciones.